El gobierno de J. J. Arévalo marca un precedente para la intencionalidad de Estados Unidos de intervención, debido a que en una primera instancia Arévalo no mostraba una férrea oposición al ingreso del capital extranjero en Guatemala, por ejemplo, “las inversiones privadas norteamericanas aumentaron en de 89.9 millones de dólares en 1943 a 105.9 millones en 1950” [1] , sin embargo, el creciente nacionalismo afectó los intereses económicos de las empresas estadounidenses, como es el caso del sector petrolero, el cual se vio afectado tras una acción gubernamental con la ley petrolera de 1949 que dañó los monopolios de la Estándar Oíl y otros del sector. De esa manera comenzaron las acusaciones de “comunistas”, a los miembros del gabinete de Arévalo, por parte del cuerpo diplomático estadounidense, en específico del embajador Patterson, de ahí le secundaron las acusaciones por parte de la prensa y el congreso norteamericano. Posteriormente con la llegada de Arbenz a la presid
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