El gobierno de
J. J. Arévalo marca un precedente para la intencionalidad de Estados Unidos de
intervención, debido a que en una primera instancia Arévalo no mostraba una
férrea oposición al ingreso del capital extranjero en Guatemala, por ejemplo,
“las inversiones privadas norteamericanas aumentaron en de 89.9 millones de
dólares en 1943 a 105.9 millones en 1950”[1], sin embargo, el creciente
nacionalismo afectó los intereses económicos de las empresas
estadounidenses, como es el caso del sector petrolero, el cual se vio afectado
tras una acción gubernamental con la ley petrolera de 1949 que dañó los
monopolios de la Estándar Oíl y otros del sector.
De esa manera
comenzaron las acusaciones de “comunistas”, a los miembros del gabinete de
Arévalo, por parte del cuerpo diplomático estadounidense, en específico del
embajador Patterson, de ahí le secundaron las acusaciones por parte de la
prensa y el congreso norteamericano.
Posteriormente
con la llegada de Arbenz a la presidencia del país de Guatemala, las relaciones
se ven deterioradas por el carácter reformista de este y por seguir afectando
los intereses de los monopolios establecidos, en este sentido las acciones
implementadas por el gobierno estadounidense hacia Guatemala son de retirar el
apoyo económico que se le brindaba y consiguiendo, con ello, que se le aislara al punto en que “fue non grato para la comunidad de crédito
internacional”[2].
Ahora, como
producto de la Reforma agraria impulsada por J. Arbenz se fomentó el
crecimiento sustancial del movimiento derechista, los cuales habían sido
apoyados por otras naciones centroamericanas, razón por la cual se produce una
ruptura y abandono, por parte de Guatemala, con la Organización de Estados
Centroamericanos en abril de 1953, ello daba muestra de que había intentos por
derrocar el poder del entonces presidente Arbenz, en esa lógica, a
comienzos de 1954 el gobierno
guatemalteco intercepta correspondencia de dos conspiradores: Carlos Castillo
Armas e Ydígoras.
C. Castillo
Armas, militar que se había levantado en contra el gobierno guatemalteco en
1950, sería contactado por el Departamento de Estado, la CIA y la United Fruit
Company para ser llevado a Honduras, con el propósito de ser suministrado de
“elementos militares necesarios entre ellos ametralladoras, fusiles, rifles,
bombas de 100, 200 libras para bombardeo aéreo, bombas de mano, municiones para
todas las armas, explosivos, etc.”[3]para el alzamiento en
contra de Arbenz.
Posteriormente
en marzo de 1954, Estados Unidos logra, a partir de convencimientos con otras
naciones, que se llegue a una determinación en contra de Guatemala, pues, “durante
la Conferencia Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA) (…)
en Caracas, Estados Unidos (…) pedía la unidad hemisférica y la defensa mutua
contra la “agresión comunista” dando (…) manos libres a E.U. para intervenir en
cualquier país en donde existiera semejante ‘amenaza’. (Sólo Guatemala se opuso
a la resolución, con la abstención de México y Argentina.)”[4] Teniendo con ello una
justificación a las acciones de intervención que se llevarían a cabo en ese
territorio y “en mayo de 1954, el secretario de Estado norteamericano, John
Foster Dulles, denunció abiertamente a Guatemala”. La CIA, por su parte,
intensificó la guerra psicológica en Guatemala, mediante las emisiones de
“Radio Libertad”, pues el levantamiento se encontraba en proceso de ser
realizado en favor de la deposición del Presidente Arbenz.
Ya configurado
el levantamiento en su contra, y con el conocimiento de ello, el gobierno de
Guatemala declara el estado de sitio, sin embargo, este edicto fue insuficiente
debido a que el 18 de junio Castillo Armas comienza la invasión extranjera a
Guatemala, esto con el apoyo de fuerzas conformadas por mercenarios
estadounidenses, hondureños y nicaragüenses, posterior a la introducción de
dichas fuerzas reaccionarias en Guatemala, este país presentó una queja ante el
Consejo de Seguridad de la ONU, sin embargo, fue desechada debido a que el
representante estadounidense, quien era también accionista de la UFC, Henry
Cabot Lodge determinó que el conflicto correspondía a una guerra civil y no a
una agresión internacional.
La etapa que
prosiguió a la invasión terrestre fue la del bombardeo aéreo, esto lo
realizaron con apoyo de fuerzas estadounidenses, en la capital de Guatemala. El
resultado fue la deserción de comandantes de las fuerzas militares del
gobierno, y con ello la renuncia de J. Arbenz, el 27 de junio, haciendo entrega
del poder a una junta militar integrado por tres oficiales del ejército[5].
Al haber
entregado el poder a los tres oficiales del ejército para el gobierno de
Guatemala, el embajador Peurifoy, quien había sido cabecilla del grupo de
embajadores que trabajaban para derrocar a Arbenz del gobierno, logró que
Castillo Armas entrara el 3 de julio de 1954 a la ciudad de Guatemala y quien
posteriormente tomara el poder en la presidencia.[6]
Les dejamos un vídeo sobre el discurso de la renuncia de Jacobo Arbenz:
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